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Los Maestros

Mensajera Heroína Policarpa Salavarrieta

 

(1793-1817) Nació en Guaduas (Cundinamarca). Fue fusilada en Bogotá el 14 de noviembre de 1817 por los españoles.

 

Policarpa Salavarrieta es sin duda la heroína más conocida y popular para los colombianos. Representa la otra imagen femenina, casi opuesta a la tradicional: la mujer luchadora, activa, valiente. Es la única figura femenina que acude de inmediato a la memoria del período de la Independencia, aunque sabemos que fueron muchas las mujeres que sufrieron el mismo final, y muchas, también las que participaron activamente y de diferentes maneras en las luchas patriotas.

Policarpa nació y creció en una familia acomodada y muy respetada en la villa, aunque no poseía estatus de hidalguía. Su padre, Joaquín Salavarrieta, poseía una tienda en Guaduas y además se dedicaba a negocios de agricultura y comercio. Su madre, respondía al nombre de Mariana Ríos. Cuando la familia Salavarrieta se trasladó a Bogotá, don Joaquín adquirió una modesta casa baja de tapia y teja en Santa Bárbara, un barrio de baja estofa. Sin embargo, la permanencia en Santafé fue efímera, debido a la tragedia familiar sufrida por la epidemia de viruela que se propagó en 1802. El padre y la madre de Policarpa murieron, junto con sus hermanos Eduardo y María Ignacia. Después de esta desgracia, la familia Salavarrieta se disolvió. La hermana mayor, Catarina, resolvió, alrededor de 1804, trasladarse de nuevo a Guaduas para vivir con su madrina Margarita Beltrán, junto con Policarpa y su hermano menor, Bibiano. Allí estuvieron hasta que Catarina se casó con Domingo García, y la nueva pareja llevó a vivir consigo a los dos hermanos. En esa época Policarpa se desempeñó como costurera, labor que ejerció más tarde en Santafé. Guaduas era un lugar de tránsito obligado entre la capital y el río Magdalena. A la villa la atravesaba el camino empedrado que mantenía un constante trajín de arrieros, mulas, sillas de mano, jinetes, peones y viajeros nobles: virreyes, arzobispos y oidores. Un pueblo que tenía permanente movimiento y que recibía información sobre cuanto suceso acontecía.

Durante la época de la reconquista española y del terror, la Pola, junto con su familia, compartía el espíritu patriota. La estadía en la casa de los Beltrán, familia que había participado activamente en el movimiento de los Comuneros en 1781 en contra del régimen colonial, seguramente afianzó sus ideales de lucha y su inconformidad con el sistema establecido por los pacificadores. Su cuñado, Domingo García, murió luchando al lado de Nariño en la campaña del Sur. Su hermano Bibiano fue veterano de la misma campaña, y en 1815 regresó a Guaduas malherido, luego de una dura prisión. Sin duda su segunda estadía en Guaduas despertó y afianzó el ideal de lucha patriota.

Al parecer, antes de 1810 Policarpa no estuvo envuelta en actividades políticas. No obstante, en 1817, cuando se trasladó a Santafé, ya participaba en ellas. Desde Guaduas inicia sus labores patriotas. Cuando la Pola y su hermano Bibiano entraron a la capital, portaban salvo conductos falsos y llevaban una carta escrita por Ambrosio Almeyda y José Rodríguez, dos líderes de las guerrillas patriotas. Por recomendación de estos, Policarpa y su hermano se alojaron en la casa de Andrea Ricaurte y Lozano, porque ya en Guaduas eran perseguidos. En la capital, Policarpa no era conocida, lo que le permitía salir con libertad y reunirse con los patriotas. Una de sus tareas era coserle a las señoras de los realistas con el fin de escuchar noticias y averiguar el número, los movimientos, el armamento y las órdenes de las tropas enemigas, para que así los guerrilleros triunfaran en las emboscadas. Otras actividades eran recibir y mandar mensajes de la guerrilla de los Llanos, comprar material de guerra y convencer y ayudar a los jóvenes a unirse a los grupos de patriotas.

Quizás las actividades de la Pola no hubiesen resultado sospechosas para los realistas hasta que descubrieron la huida de los hermanos Almeyda, quienes fueron capturados con documentos que la comprometían. Ella estaba muy implicada en la conspiración de los Almeyda, había ayudado a desertar a varios miembros del batallón Numancia, había enviado armas, periódicos y recursos a los patriotas de los Llanos, y había suministrado información sobre los movimientos de las tropas españolas. Igualmente, estaba envuelta en la fuga de la cárcel de los hermanos Almeyda, en septiembre, a quienes les había encontrado refugio en casa de Gertrudis Vanegas, en Machetá.

Hasta ese momento, Policarpa había podido pasar desapercibida y moverse con gran libertad por la ciudad. El sargento Iglesias, principal agente español en la ciudad, fue comisionado para encontrarla y arrestarla. La Pola fue detenida con su hermano en la casa de Andrea Ricaurte y Lozano. Inmediatamente fue reducida a calabozo en el Colegio Mayor del Rosario. Un consejo de guerra la condenó a muerte el 10 de noviembre de 1817, junto con otros patriotas.

La hora fijada para el fusilamiento fue las nueve de la mañana del 14 de noviembre de 1817. Al salir a la plaza y ver al pueblo reunido para presenciar su fusilamiento. Policarpa Salavarrieta se destaca por su espíritu de sacrificio, su capacidad para enfrentar el peligro y su actitud ejemplar frente a la muerte, fueron incentivos para continuar la lucha, estas son las palabras que dijo la Pola antes de su muerte “¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad! Pero no es tarde. Ved que aunque mujer y joven, me sobre valor para sufrir la muerte y mil muertes más. ¡No olvidéis este ejemplo!

La ejecución de Policarpa, mujer joven, por un crimen político, movió a la población en general y creó una mayor resistencia al régimen impuesto por Juan Sámano.

 

La anterior es la reseña histórica de la Pola en su propia dimensión de mujer nacida y templada para heroína de la patria. Ahora, en la Obra del Maestro Ismael Garzón Triana, su espíritu debidamente procesado en los crisoles de su gloria celestial, se instituye como entidad de luz, al grado que hoy figura entre los grandes colombianos con elevado ascendiente espiritual sobre los destinos de la patria.