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La vida Moral
Todo ser humano lleva grabado en sí, en su conciencia en su razón, los rudimentos de la ley moral.
En el universo todo está encadenado, desde el hecho más sencillo, hasta el más difícil todo está regido por la leyes, por eso cada causa tiene su efecto y cada efecto fue generado por una causa, la justicia que sanciona el mal y premia el bien y el universo distribuye y le entrega a cada quien según sus obras.
Para entender mejor esto, lo podemos comparar con las nubes formadas por vaporización solar, cuando caen a la tierra torrencialmente en forma de lluvia sobre la tierra, así las consecuencias de los actos caen sobre sus autores.
Cada acto, pensamiento o palabra que sale cumple una evolución para volver a sus efectos buenos o malos hacia el origen de donde salió, así lo bueno y lo malo representado en penas, enfermedades, dificultades y todos los problemas que se presentan en la vida de los hombres y lo bueno se representa en recompensas, esto el universo lo distribuye en cada hombre según lo que corresponde, por el juego natural de las cosas.
Hay faltas que cuando se producen se devuelven inmediatamente en la misma existencia, hay otras más graves que se pagan en vidas sucesivas o espiritualmente.
Ejemplo, el orgulloso, se prepara un porvenir de humillación, el egoísta crea a su alrededor vacío e indiferencia, a los sensuales duras penas y privaciones le esperan, así a través de la ley del equilibro las personas van encontrando su evolución.
Nuestro pasado nos impone pruebas, que es como decir nuestra cosecha de los que sembramos en el ayer, al arrepentirnos de todo lo malo que hemos hecho, los poderes superiores nos dan las herramientas para soportar todo lo que nos pase, el dolor en la humanidad es el gran maestro que nos ayuda a rehabilitarnos.
El hombre es el propio justiciero porque según el uso o abuso que hace de su libre albedrio es feliz o es desgraciado.
A veces nos preguntamos ¿por qué? algunos criminales culpables ponen una mordaza a su conciencia, se ríen de las leyes, y viven y mueren reverenciados.
Lo que no sabemos es que a veces los resultados de sus actos se hacen esperar y será su próxima vida de mayor rigor, o sufrirá grandes padecimientos espiritualmente, sin cuerpo ya verá todos lo que hizo sufrir a sus semejantes.
Y cuando vea todo lo malo que hizo en vida exclamara “¡Oh, insensato de mí! ¡No conocí, pues, ni a los dioses ni a los hombres, ni a mí mismo!, pase por la tierra en gran extravió puesto que nunca amé el verdadero bien. Cada paso mío fue un error; mi sabiduría, locura; mi virtud, un orgullo impío y ciego; yo mismo era mi ídolo”, pero ya será tarde para evitar tanto sufrimiento.
La ignorancia es el mal por excelencia de donde se originan todos los demás males. Si el hombre tuviera el poder de ver la consecuencia de sus acciones, su conducta sería diferente tendría temor de hacer mal, porque conocería el castigo al cual se haría acreedor, su conducta sería diferente y no se resistiera hacer el bien, así como no se resiste a la ley de la gravedad, ni a ninguna otra ley física.
El principio de la eterna justicia dice, el arrepentimiento endulza, los dolores de la expiación, puesto que da la esperanza y prepara los caminos de la rehabilitación, pero solo la reparación puede anular el efecto destruyendo la causa. El perdón es una gracia y no una anulación.
Adaptado de Allan Kardec y León Denis.