Las Leyes
La Ley del Libre Albedrio
El Paraíso Terrenal fue creado en abundancia, en riqueza, con todo lo necesario para trasegar por él sin limitaciones, dotado de todos los elementos que se requieren para llevar una existencia de acuerdo a las exigencias que cada ser que lo habita precisa, según el grado evolutivo al que haya llegado. En otras palabras, nos dieron todas las garantías para obtener las experiencias humanas, que a su vez, son el aval para adquirir el conocimiento que nos dará la sabiduría, logrando nuestra propia Luz.
De todo había a nuestro alrededor; podíamos tomar lo que necesitábamos para llevar una existencia sana, armónica, integrada a nuestro entorno, en comunión con los demás reinos de la naturaleza. Todo lo que existía estaba a nuestra disposición; nada era de nadie, todo era para el bien común, para compartir. Una vez creada la necesidad llegaba la solución y así era satisfecha; era la única condición para aplicar el sentido común, la racionalidad, el respeto, el desapego, siguiendo los dictámenes de nuestra conciencia, todo esto reglamentado en aquella ley que ha estado siempre ahí, a nuestro alcance, inherente al progreso del ser encarnado: “La ley del Libre Albedrío”.
Todo esto demandaba un compromiso, un cumplimiento, y el hombre quería liberarse manipulando su entorno y a sus semejantes, haciendo alarde de sus derechos, desconociendo su responsabilidad y, para justificar su comportamiento, exigía ver las leyes, pues si no las podía ver ni tocar era porque no existían y por lo tanto no lo podían culpar de transgredirlas.
La interpretación de la “Ley del Libre Albedrío” llevó a la humanidad a transformar el planeta, hasta llevarlo a la situación caótica en que se encuentra actualmente, pues el reino humano, siempre ha tenido un papel muy destacado en el desarrollo del plano terrenal. Al hacer mal uso de esta ley, el ser humano entró en un estado de desconocimiento e ignorancia de su origen, creyéndose solo en el universo, además asegurando, que después de aquí no hay nada, que hasta aquí llegamos.
Por eso cada 2000 años (una Era), en un acto de amor hacia el ser humano, el Creador envía a este plano terrenal al Ángel Supremo, para que como Adán, Noe, Moisés, Jesús y ahora Ismael, se manifieste en materia, nos recuerde las leyes dejándolas nuevamente, enseñándonos que la “Ley del Libre Albedrío” de cada ser, es aquello que realmente le pertenece, y nos guíe en el papel que venimos a desempeñar en este plano, limpiándonos de la ignorancia.
Entonces, en respuesta a la manera como la humanidad manipula la “Ley del Libre Albedrío” y teniendo en cuenta que para toda acción hay una reacción, entra a actuar la “Ley de la Causa y el Efecto”: con la vara que mides serás medido”, “de lo que siembres, de eso recoges la cosecha”. La “Ley del Karma Material”, también hace parte del paquete de leyes hoy regentes en el plano terrenal y que con el cambio de Era y Generación tendrán que ser trascendidas.